Calefacción termoeléctrica o hidráulica
Aunque pueda no parecerlo por el nombre, estos, junto a los de agua, son los radiadores de toda la vida, los que se arrastran y enchufan en cualquier lugar de la casa. Los emisores de este tipo de calefacción son de aceite o de agua.
Los radiadores de aceite son más seguros que los de agua y cuentan con la ventaja de que, una vez apagado el aparato, sigue dando calor durante horas. En su contra, si la casa es grande y se necesitan muchos radiadores, resultará un sistema cara.
Suelo radiante
Si vives en un lugar frío, este sistema te encantará. Gracias a la instalación de cables eléctricos (o tuberías) bajo el suelo, por las que circulará agua caliente, la planta de tu casa desprenderá un calor constante que se propagará hacia el techo caldeando todo el ambiente.
Su instalación es más costosa y compleja que la de otros sistemas, pero a la larga estará ahorrándote entre el 10% y el 30% del consumo de calefacción. Además, la seguridad que proporciona y la facilidad de su mantenimiento son sus mayores bazas. Muy recomendable para casas con niños en lugares fríos.
Bomba de calor
Esta es la versión desarrollada del aire acondicionado. En ella, un mismo aparato te proporcionará frío en verano y calor en invierno. Resulta un sistema muy eficiente, que consume muy poca energía y que apenas necesita mantenimiento. Si bien es cierto que tanto el aparato en sí mismo como su instalación resultan algo costosas, este es uno de los sistemas más recomendables para hogares con climas suaves.